Junto a la soledad

Retumban en mi mente los ecos vacíos y encerrados del silencio. Al verte, la luz placida y cegadora de tu rostro me golpea en el pecho, el dolor comienza a borbotear desde el abismo de mis entrañas, la tormenta arrecia y no me permite verte con claridad.

Estoy desorientado, perdido y acabado, mi única guía es tu perfume y mis recuerdos, tu sonrisa es la brújula que conduce mis pies, me transporta y desordena. Soy presa de ti, tu fuego bárbaro y poderoso es el que me permite admirar tu esplendor. Eres el manantial en el desierto de mis sentidos, la más oscura de las rosas y a la vez la hiedra venenosa de mi razón. Clavas en mi coraje tus espinas sucias y marchitas. Tu espíritu abre mis puertas y me deja confuso y herido.

Me siento descolocado al ver tu lúgubre alma, una estrella fría y distante en el firmamento. Te percibo rota y desmantelada, avanzando sin vigía te veo, me gustaría poder ayudarte, guiar tu camino como el más bravo de los marineros. Pero no eres tú, yo soy el que anda abandonado, sin rumbo ni compañía, con el corazón descuartizado y servido en una bandeja. La cálida canción que nace en tu piel me hace volar hasta mundos mágicos e inimaginables en los que ningún humano había estado antes. Lugares de colores vivos y almohadas que caminan, ciudades donde lo obsceno es darse la mano y lo correcto besarse en los labios, carreteras de felicidad llenas de baches donde llueve todos los días. Mundos mágicos e inimaginables.

Despierto empapado de un sudor que emborracha, después de soñarte decido intentar sentirte, pero das media vuelta y te marchas. No sé que hacer, tu pistola me atraviesa el pecho y la llama de la desesperanza azota mi voluntad, las cenizas nublan mi vista y siento que mis ojos se descomponen. Solo quiero gritar, gritar tan alto que sea escuchado hasta en el Olimpo, gritar para sofocar el llanto de mi corazón, gritar para que me lancen un salvavidas, gritar para olvidar el tiempo. Que el mayor de los rugidos intimide a mis miedos, que el mayor de los mares me encamine si escucha mi alarido, que mi gañido sirva para sonreír de amor. Un grito desesperado.

Ya no quiero vivir encerrado en la jaula de los sentimientos, necesito salir y volver a gritar libre de felicidad, pero no puedo, no puedo, no puedo. Mi única esperanza es volver a soñar en dejar de ser esclavo, en volver a ver el sol tras la montaña de carbono, mi única esperanza eres tú.


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